EL ROSARIO... mi Rosario.

La historia del Rosario es rica en mitos y verdades, ambas se entrelazan para que las generaciones nuevas la disfruten y conozcan su glorioso pasado, por eso me di la tarea de investigar ambos, nuestras leyendas y nuestras realidades, no solo de El Rosario como cabecera municipal, sino de las comunidades que alberga para hacer a un lado el pretexto ese de que no conocemos nuestra historia...
Porque sin pasado no existimos y si no existimos, '¡Que carajos andamos haciendo por estos andurriales?!
Entretejidos aqui la realidad con la ficción con la que nuestros ancestros han aderezado nuestra historia, les muestro aquí mi propia version de los hechos.

FERNANDO BARRAZA

martes, 21 de febrero de 2012

BONIFACIO ROJAS


(Segunda parte)

Lunes 2 de agosto de año del señor de 1655
Luego de un descanso dominical muy merecido el joven Bonifacio, ya de 33 años, se prepara para llevar una entrega de reses a don Ignacio de la Peña y López, un rico hacendado de la región, Don Fernando y su esposa leen en la gacetilla recién llegada a sus manos noticias de hace tres años, que aunque atrasadas, para esas épocas, enterarse de ello era mas que novedad. Se enteraban por cierto de la muerte del pintor don José de Rivera en septiembre de 1652, así como el obispo de sonora don Andrés Pérez de Rivas, muy apreciado en la región sonorense.
LOS PATRONES DE LA HACIENDA DE AGUAVERDE

En esas estaban cuando el apuesto Bonifacio entra con su sonrisa amable de siempre, avisando que todo estaba listo para partir, y explicando que ya sus compañeros le esperaban afuera, y que solo había entrado por las ultimas instrucciones.
Tras recibir la bendición de doña Milene que lo ve como a un hijo y escuchar con atención las recomendaciones de que tenga cuidado en el cerro de Zacatecas por tanto coyote, el caporal se despide con una reverencia y sale con la promesa de entregar el ganado al otro día por la mañana…
Los patrones se quedan comentando la bendición de tenerlo a su servicio, de verlo crecer convertido en una persona tan responsable y tan querida por todos, especialmente por algunas de las mujeres casaderas de la región a quienes sin embargo el aludido ignoraba por tener en la cabeza otros pensamientos.
Pere entonces don Carlos el padre, se encontraba en Castilla arreglando papeles de títulos que se estaban tramitando para dejar a su hijo un buen nombre a mas de la herencia económica que había atesorado durante casi cuarenta años, y también recogiendo noticias de familiares y amigos de don Fernando y doña Milene que por razones de ocupaciones y tiempo, no habían podido visitar la madre patria y extrañaban a sus parientes los Navas y González.
Llega oscuridad de aquella lejana noche y los patrones tan enamorados como siempre se retiran a sus habitaciones, en tanto allá en el cerro, entre matorrales, Bonifacio grita a Melesio, uno de sus acompañantes indicándole que se adelante al rancho de don Ignacio y le vaya exigiendo lo de la paga, en tanto, él se entretiene buscando una vaca que se le ha desbalagado. Ha caído un montón de veces en medio de la oscuridad pues la luna apenas alumbra por culpa de tanto nubarrón, ha tropezado otras tantas, se ha arañado el rostro tantas veces más, se le ocurre cantar, pensar y rezar o una y la otra cosa, es ahí donde le pide con fervor a la virgen de su rosario que le ayude a encontrar a la bestia, recuerda también a su propia madre cuando lo puso en sus manos antes de morir y su insistencia en que lo tuviera y la insistencia de Matea en que las cosas tenían que mejorar para él, porque las fuerzas desconocidas que actúan sobre las personas, así lo habían planeado…
A la distancia ve a la res y en su intento por alcanzarla se distrae atorándosele el rosario en un unos chiviritales, haciendo que por su pasión en él, se distraiga y la deje escapar al detenerse a juntar las cuentas, pero el compromiso y la lealtad son cosa importante para él, tanto, que decide perseguir al animal hasta encontrarlo, por lo que se quita el sombrero arrojándolo como señal en el lugar en el que han caído las mas de las cuentas.
Sin embargo tiempo mas tarde casi cerca de la media noche el infeliz Bonifacio regresa cansado y decepcionado por la infructuosa búsqueda y ya sin consuelo alguno se dispone a buscar las cuentas, de las cuales encuentra una que otra pero en esa oscuridad resulta imposible seguir haciéndolo, asi es que decide descansar y seguir con la labor mañana, saca los tacos de carne seca y frijoles que le preparó Matea, colocándolos a un lado, saca los palitos de madera impregnada en aceite que usa para hacer fuego y enciende una fogata… ahí cantando luego de la cena el Bonifacio se va quedando dormido, no sin antes pedir por su padre ausente y encomendarse a la virgen de su rosario.

Madrugada del martes 3 de agosto de 1655.
Lo primero que viene a la mente del caporal es la búsqueda de las cuentas de la retahíla, a punto de completarse la sarta,encuantra la penúltima incrustada en lo que parece metal y al parecer derretido por acción de la lumbre que encendiera para ahuyentar a los animales y provocarse calor la medianoche del día anterior.
Cuando se da cuenta de las posibilidades de que eso sea verdad y ante la emoción, toma el machete y lo incrusta a un lado de lo que plata parece, se monta en su caballo a pelo y sale raudo con rumbo a la hacienda de agua verde para contar a su patrón de lo encontrado.
En la hacienda la anciana matea sirve a los viejos dueños de la hacienda un apetecible almuerzo, notablemente excitado Bonifacio se introduce a la cocina de la hacienda como alma que corretea el diablo para mostrarleslo hallado. Doña Milene se aterroriza ante lo intempestivo de su llegada pensando que algo grave ocurrió o que le picó algún animal, Matea discretamente se persigna y emite palabras ininteligibles sin que los demás se den cuenta.
Cuando el patrón tiene en sus manos el metal fundido se olvida de la comida. Su esposa y Matea se aproximan y descubren la cuanta del rosario aquel, Matea emite palabras que parecen sin sentido sin un solo parpadeo;
- Treinta y tré años son también fecha importante, ete rosario te va a hacé grande mi pequeño Bonifacio…

Don Fernando, de inmediato manda a ensillar un par de caballos para buscar al tasador de las calles de la fortuna que por mala suerte está en Durango desde hace varios días, pero no se dan por vencidos y cruzan el río rumbo a Chametla en la vieja canoa de Melquiades, con la intención de recorrer las provincias de la nueva Galicia y la nueva Vizcaya enteras, con tal de cerciorarse antes de hacerse ilusiones, en el camino Bonifacio le cuenta la anécdota de la vaca y todo lo ocurrido el día anterior y de cómo dejo el machete para señalar el lugar en el cerro para volver sin mortificación y asegurándole que a nadie mas contó de lo acontecido sin perjurar además de que el yacimiento es casi seguro que sea enorme.
Doña Milene Junto Bonifacio Rojas y su esposo  quien lee unas palabras en la inauguración de las minas del TAJO:

De esa manera se cumplieron las profecías de la negra Matea, y entonces nació de esa manera El Rosario Sinaloa, y la primera mina se le llamó “El Tajo” por el machetazo aquel, y El Rosario se convirtió en el más importante centro minero habiendo establecido ahí el gobierno virreinal las cajas reales de la nueva Vizcaya.


Viernes 19 de febrero de 1683.
Una matea ochentona junto a doña Milene también muy anciana acompañan a doña Josefa Quevedo, esposa de Bonifacio quien llora lastimeramente junto a la cama de su amado, éste sin casi proferir palabra nítida, tose consecutivamente debido a la enfermedad que lo acosa, sin embargo las mujeres captan con claridad lo que pretende decir, y el hombre habla de un yacimiento de oro que encontró pero que no se sabrá de él hasta pasados muchos años, según lo exige en su testamento, en el que ha beneficiado a los descendientes suyos con apellidos de Rojas y Quevedo y parece que delira cuando habla de trece pasos al oriente de un volcán, pero los gritos de dolor no le permiten decir con claridad, dice algo de bonanza para el rosario otra vez, habla de un nuevo renacimiento gracias al oro…las mujeres se miran sorprendidas ante tales declaraciones; la urraca y quien sabe que tanto pajarraco menciona al referirse a los cerros que circundan la mítica ciudad…
Entonces como hablando para si misma y casi imperceptible la anciana Matea profiere unas palabras envueltas en un dolorosa llanto:
- Entonce hay que esperá hata año do mil y tanto!, ¡Ni quén viva señora!... ¡Ni quién viva!

… A fin de cuenta e rosario de mite chifil le dio suete a mi niño… y se hizo famoso y su nombre sonará por lo siglo de lo siglo….!


LA MUERTE DE BONIFACIO ROJAS





 FIN.


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